En la comunicación eficaz el contenido es importante, pero es más importante aun lo que la otra persona llega a entender. Por lo tanto no podemos dejar en el emisor todo el peso de la comunicación. Hay algo que deteriora enormemente las relaciones interpersonales: dar por hecho demasiadas cosas. A menudo
damos por hecho que la otra persona ha entendido lo que le comunicamos del mismo modo que nosotros; también solemos dar por hecho que lo que nosotros hemos entendido es exactamente lo que el otro pretende decir; pero no siempre es así.